Estamos viviendo una época en la que los movimientos sociales quieren visibilizar esos conceptos que han ido estigmatizados con connotaciones negativas. El diccionario médico y la etimológica científica, especialmente el de carácter psicológico (autismo, TDAH, dislexias) se ha ido encargando de etiquetar colectivos que a menudo padecen la discriminación de los demás.
Lo que conocemos como movimiento de la neurodiversidad engloba el conjunto de personas diagnosticadas con trastornos mentales o alteraciones neurológicas que son tratadas de un modo discriminatorio por la sociedad y que reivindican sus derechos. Veamos en qué consiste.
La neurodiversidad
El movimiento de la neurodiversidad fue iniciado por la comunidad autista para referirse a la diversidad de las características humanas que están afectadas neurológicamente. La intención no es otra que sustituir un vocabulario por otro, usando terminología sin estigmas en contraposición a conceptos tales como enfermedad, patología o deficiencia mental. En un principio, es una idea que ha cogido mucha fuerza dentro del sector científico y social, pero existen detractores cada vez más críticos con la aplicación de estas medidas.
El concepto de la neurodiversidad se usa para insistir en la naturaleza de los problemas neurológicos y/o biológicos. Es decir, se pretende normalizar de algún modo las diferencias que existen entre las personas que presenten alteraciones mentales y las que no los viven en primera persona. Por ejemplo, ser disléxico es algo normal en el sentido de que es una condición que no debe afectar en el desarrollo personal ni profesional de los individuos, ni servir como excusa para recibir un trato discriminatorio. Simplemente es una condición diferente, ni mejor ni peor. Son variaciones naturales del cerebro humano, nada más.
El nacimiento de este movimiento se atribuye a la excesiva medicalización que sufre esta comunidad y que, según sus denuncias, sólo sirve para incrementar los prejuicios y diferencias con el resto de seres humanos. Se les atiende en escuelas especiales, en clases especiales, se les junta con personas de su misma situación, evitando el contacto con los demás. Se les conduce a trabajos específicos, normalmente de mano de obra no cualificada, hecho que les dificulta el desarrollo de sus intereses y talentos.
Además, el movimiento de la neurodiversidad resalta el hecho de la constante damnificación terminológica que se asignan a los autistas y demás, siendo este enfoque únicamente negativo, como algo que hay que solucionar o que puede dañar al conjunto de la sociedad. El reconocido doctor especializado en el autismo, Simon Baron-Cohen, o el doctor Thomas Anderson, especialista en las neurociencias, han sido especialmente críticos con el clásico vocabulario de “trastornos”, y ya han sustituido términos como trastorno por diversidad, o diferencia por discapacidad.
Argumentos a favor del concepto
Lo primero que nos viene a la mente cuando decimos o leemos la palabra autista, es que sea una persona con la que no hay que juntarse o, directamente, le llamamos rara o raro. Bien, pues según expertos en la materia, ni el TDAH ni muchas otras condiciones psicológicas pueden ser consideradas enfermedades al no ser un problema que radique en el funcionamiento del cuerpo como algo aislado. De hecho, se desconocen las causas de estos fenómenos. Para que una anomalía tenga el estatus de enfermedad, tiene que poder ser curable o estar iniciada por anomalías en un área concreta del cuerpo o del ADN.
Entre muchos de los argumentos que existen para defender el concepto de la neurodiversidad, el más importante es el de evitar que la persona “afectada” se sienta menospreciada, vulnerada o considerada persona con menos derechos. Es más, muchas personas autistas consideran todo lo contrario. Aseguran desarrollar habilidades cognitivas superiores a la de la población media, se reafirman en que tienen una manera especial y más sana de percibir todo aquello que les rodea.
Otro de los elementos beneficiosos de la neurodiversidad reside en poner el foco en cómo potenciar las fortalezas de personas que presentan este tipo de diferencias en vez de esforzarnos a encontrar los problemas que conllevan. Una de las herramientas usadas para llevar a cabo este enfoque es el Diseño Universal del Aprendizaje (Universal Design for Learning) de la Universidad de Carolina del Norte. Sin embargo, cabe destacar que el movimiento de la neurodiversidad no niega las dificultades que tienen los individuos afectados.
Elementos en contra
Sin contradecir del todo los motivos y argumentos a favor de la existencia de la neurodiversidad, la mayoría de expertos científicos y médicos de las neurociencias advierten de la necesidad de no menospreciar los serios problemas que viven la gente que padece autismo u otras alteraciones derivadas. También consideran el autismo como un trastorno grave, y no como una simple variación de la diversidad humana.
Por otra parte, se han detectado anomalías neuroanatómicas en los cerebros de los afectados por trastornos englobados en el movimiento de la neurodiversidad, si bien no «puntos de inicio» concretos de estas alteraciones. Muchos familiares también alertan de la importancia de no menospreciar o normalizar en exceso este fenómeno, y señalan los graves inconvenientes que representa tener un miembro de la familia autista: en muchos casos las autolesiones, la falta de comunicación y los ataques de ira de manera inesperada son frecuentes.
Tomado de: https://psicologiaymente.com